Cómo superé los ataques de pánico y los trastornos de ansiedad

¿Cómo identificarlos? ¿Qué puedes hacer para recuperar tu vida normal? ¿Cómo pedir ayuda o ayudar a alguien que sufre de ansiedad? Te cuento mi experiencia en este post…

Si estás leyendo este texto es porque necesitas respuestas para ti o para ayudar a algún ser querido. Voy a empezar por el final, dándote las claves necesarias para salir del pozo y luego al terminar este post, si te interesa, puedes leer mi historia y cómo pude recuperar mi vida y mi autosuficiencia.


IMPORTANTE: este post no pretende sustituir un diagnóstico médico ni abordar todos los tipos de ansiedad. La información que a continuación se expone está basada en mi experiencia personal con «Trastorno de ansiedad generalizada», «Trastorno fóbico» y «Ataques de pánico».


¡Sí se puede!

Aunque sientas que tocaste fondo, te digo: se puede revertir la situación. Esto es lo que tienes que saber:

  • No te sientas frustrado, en muchos casos la causa de todo es un desequilibrio químico que se soluciona con medicina.
  • No te sientas agobiado, a veces no alcanza con «echarle ganas», necesitas ayuda, no puedes solo pero tu voluntad para salir adelante es indispensable.
  • Recuperarte no es un camino fácil, no es un camino rápido pero con paciencia,  perseverancia, ayuda profesional, autoconocimiento y objetividad, es posible.
  • La ansiedad es un factor común en todos los casos pero cada persona es un mundo aparte con causas y tratamientos diferentes.
  • La ansiedad aparece para mostrarte lo que no quieres o no puedes ver. Es señal de que hay algo que no estás resolviendo y urge solucionar para que puedas trascender espiritualmente.
  • Ciencia y espiritualidad pueden ir de la mano. No están peleadas y trabajando juntas pueden dar muy buenos resultados.
  • Pide ayuda, déjate guiar pero no te entregues sin investigar o corroborar la información (medicamentos, tratamientos, etc)
  • A veces la ansiedad no se elimina por completo pero puedes aprender a controlarla y evitar que ella te controle a ti
Photo by Aarón Blanco Tejedor on Unsplash

Tengo ansiedad, no puedo más… ¡¿qué hago?!

Busca ayuda profesional. Pide una cita con un psicólogo o psiquiatra, ambos pueden definir el tratamiento a seguir. El psiquiatra es quien está facultado para recetar medicamentos en caso de que los necesites. El psicólogo te brindará la guía y el apoyo para resolver lo que traes pendiente en tu interior, se requiere tiempo, compromiso y sinceridad con uno mismo, objetividad, capacidad de análisis, confianza y mucha paciencia.

Derribando mitos

MITO: Un tratamiento psicológico cuesta mucho dinero

No siempre. Hay opciones. Si decides ponerte en manos de un psicólogo o psiquiatra particular, las consultas tienen su precio y tendrás que destinar cierta cantidad de dinero durante mínimo un año. Si decides utilizar los servicios de hospitales públicos, el servicio es gratuito.

MITO: Los hospitales públicos dan servicio de mala calidad

No siempre. No en todas las áreas. Puedes encontrar muy buenos profesionales comprometidos con su trabajo. Me consta.

MITO: Todas las medicinas psiquiátricas causan efectos secundarios y adicción

Algunas sí, algunas no. De allí lo importante de hallar un profesional idóneo que pueda diagnosticar y prescribir el medicamento que mejor actúe en tu cuerpo.

Hospital General de Cholula
La teoría y la práctica

Me interesa mucho escribir este artículo porque lo escribo desde mi propia experiencia y con la intención de ayudar a alguien que esté pasando por lo que yo ya pasé. Muchas veces busqué soluciones y lo que encontraba era pura teoría de gente que no sabe lo que se siente en un ataque de pánico. Las sensaciones son indescriptibles. Además, la teoría de «respira, piensa en otra cosa, enfoca tu atención en esto o aquello», esa teoría la sé de memoria… pero cuando empieza un ataque de pánico es como si cayeras en un tobogán de sensaciones inmanejables, una tras otra y por más que respires o pienses en cualquier otra cosa, la solución no llega. Es por eso que nos vamos aislando y el miedo crece. Es por eso que la solución no está en respirar y pensar en otra cosa sino en medicación adecuada y/o tratamiento psicológico.

¿Qué es la ansiedad?

La ansiedad es una emoción normal y positiva. Es un mecanismo natural que nos permite ponernos en alerta ante situaciones de peligro. De manera positiva puede ayudarnos a enfrentar los retos. Cuando la ansiedad se presenta en momentos inadecuados o es tan intensa y duradera que interfiere con las actividades normales de la persona, entonces se la considera como un trastorno.

Síntomas

La ansiedad se manifiesta a nivel emocional y físico. Es importante reconocer ambos tipos de síntomas y no minimizarlos . Si persisten hay que acudir al médico.

  • Síntomas mentales: preocupación constante, cansancio, irritabilidad y problemas para concentrarse y conciliar el sueño.
  • Síntomas físicos: temblores, mareos, desmayos, pulsaciones elevadas, sudoración excesiva, tensión muscular,  indigestión, diarrea, respiración profunda, sensación de irrealidad.
Causas
  • Causas circunstanciales: un accidente de tránsito, un atentado o un incendio y otros hechos traumáticos pueden provocar ansiedad, que puede desaparecer cuando se resuelve el problema o puede prolongarse durante meses o años. Es lo que se conoce como trastorno de estrés postraumático.
  • Drogas: Las anfetaminas, el éxtasis o el LSD son sustancias estupefacientes que pueden causar ansiedad. Para algunas personas, también la cafeína o la teína pueden producirla.
  • Experiencias de vida significativas (en el presente): sin llegar a ser traumáticos, cambios en la cotidianeidad o el estilo de vida como un embarazo, un despido o un ascenso laboral, etc, pueden producir ansiedad.
  • Experiencias de vida en el pasado no resueltas: cualquier situación vivida en la infancia, adolescencia o en el pasado reciente de nuestra vida que no haya sido procesada de la manera correcta puede convertirse en la piedrita en el zapato que va a detonar un  cuadro de ansiedad.
Tratamientos

♦ Psicoterapia:

La ansiedad generalizada puede estar asociada con conflictos psicológicos subyacentes. Estos conflictos frecuentemente se relacionan con inseguridades y actitudes autocríticas y autodestructivas. Para algunas personas, la psicoterapia puede ser eficaz para ayudar a comprender y a resolver conflictos psicológicos internos.

♦ Fármacos: 

Benzodiazepinas: poseen propiedades ansiolíticas y pueden ser usadas para el manejo temporal de la ansiedad severa. A pesar de que consiguen aliviar los síntomas en la mayoría de los individuos, se recomienda  usarlas  por períodos cortos de 2 a 4 semanas debido al riesgo de generar tolerancia y dependencia y su falta de efectividad a largo plazo. Las benzodiazepinas son las más usadas en los trastornos de ansiedad, pese a las recomendaciones de usar en su lugar antidepresivos (ISRS).

ISRS (Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina):  son la primera clase de fármaco psicotrópico descubierta usando el proceso llamado «diseño racional de fármacos», un proceso que comienza con la identificación de un objetivo biológico específico y consiste en la creación de una molécula diseñada para afectar dicho objetivo. Son los antidepresivos más prescritos en muchos países. Actúan mediante la inhibición de la recaptación de la serotonina después de haber sido liberada en la sinapsis. Cuánto un individuo responderá a esto, dependerá de la genética. Para que el medicamento alcance todo su potencial pueden pasar de 6 a 8 semanas. Este comienzo lento algunos lo consideran un inconveniente en comparación con la rápida acción de las benzodiazepinas.

Mi historia con la ansiedad

Desde los 20 años he tenido ansiedad en forma discontinua. Buenas y malas épocas se sucedieron hasta el día 31 de julio de 2014 cuando de la nada sentí una fuerza incontrolable y ganas de huir que me empujaron a bajarme del colectivo un par de paradas antes de la correcta y como pude, luchando contra sensaciones conocidas pero más intensas, llegué a las oficinas adónde me dirigía. Ingresé al edificio y me escurrí entre las oficinas buscando a alguien que pudiera ayudarme. Expliqué que tenía una ataque de pánico y dos personas enseguida me ofrecieron un vaso de agua e intentaron tranquilizarme. Minutos después llamé para que vinieran a acompañarme para poder finalizar el trámite que tenía que hacer y luego llevarme a mi casa pues sentía que sola no podría regresar.

Así empezó la más feroz de las etapas de mi ansiedad. Hoy, 5 años y medio después, puedo decir que logré recuperar mi vida. Hoy veo todo a la distancia y encuentro todas las repuestas. Hoy sé que soy más fuerte de lo que yo pensaba. Ese fue mi llamado,  aquello tenía que pasar para poder evolucionar. Hace 5 años no lo entendía, hoy lo agradezco.

Regresemos al año 2014. Los episodios de ansiedad fueron ganando intensidad y frecuencia. No podía salir de mi casa sola a ninguna parte. Mi vida se fue limitando al extremo de no poder ir sola a la tienda de enfrente de mi casa. Toda mi vida dependía de que alguien pudiera acompañarme. Me convertí en una persona totalmente dependiente. Pasaron dos años y la situación empeoró. Mi casa que era mi refugio se convirtió en un nuevo escenario de mi ansiedad: ya no podía estar sola en mi casa especialmente de noche. Me despertaba en la madrugada con náuseas y muchas veces me desmayaba. Sentía que me iba a morir allí tirada como un trapo y cada noche tenía miedo de dormir y despertar para caer inconsciente. Sueño alterado, encierro, dependencia, depresión, pensamientos suicidas. Mi vida ya no era vida ni me pertenecía. La ansiedad me había ganado.

Una mañana de noviembre del año 2017 desperté con dolor de cabeza intenso. Quise desayunar pero tuve que regresar a la cama y el dolor no cedía, tenía visión borrosa, no podía articular palabra (todo lo que los médicos dicen que sucede previo a un ACV). Terminé en el hospital donde ya los síntomas habían desaparecido y me sugirieron una consulta con un psiquiatra y/o psicólogo. Acepté y después de 3 años y medio con este sufrimiento, ese fue  el momento en que empecé a recuperar mi vida.

La primera cita que me dieron en el hospital fue con el psiquiatra y mi postura fue rotunda: no tomaría medicación pero aceptaría comenzar terapia psicológica.  Mientras tanto y para descartar cualquier complicación de ACV, hice una cita con un neurólogo quien observando mi tomografía y otros chequeos determinó que mi problema era depresión y ansiedad. Me prescribió una medicación y éste fue el segundo eslabón en la cadena de mi recuperación.

Investigué qué tipo de fármaco me había recetado y me pareció que valía la pena intentar. Era un ISRS y me lo indicó en la mínima dosis. Comencé a tomarlo, sabiendo que tardaría 20 días en notar su efecto. Mientras tanto llegó mi cita con la psicóloga y me presenté haciendo un esfuerzo sobrehumano porque fui sola y estuve esperando mi turno en la sala de espera, llena de gente, espantando los síntomas de ansiedad como podía, contando los minutos interminables. Recordemos que mi ansiedad aparecía en lugares cerrados con mucha gente o transportes públicos cerrados. Finalmente se concretó mi primera sesión  de terapia cognitivo conductual y yo estaba contenta de intentarlo. Era el día 8 de enero de 2018 y éste fue el tercer eslabón en la cadena de mi recuperación.

Última página de mi carnet de citas

Estuve en terapia psicológica un año y nueve meses.  Fueron 26 citas (1 por mes o eventualmente cada 15 días). A cada cita yo llegué con la certeza de que siempre puntual me estaría esperando mi psicóloga. Ni ella ni yo faltamos a ninguna de las 26 sesiones. Y a esto me refería cuando más arriba dije que me consta que en los hospitales públicos hay muy buenos profesionales comprometidos con su trabajo.  Me atendí allí gratuitamente durante todo el tratamiento.

En octubre de 2019, consideramos que yo estaba lista para seguir sola mi camino. La solución no llegó de la noche a la mañana, fueron muchos meses de ir paso a paso recorriendo episodios de mi vida, reflexionando, haciendo pequeños cambios ayudada por los efectos de la medicación, ganando confianza con los pequeños logros cotidianos. Fue un gran trabajo en equipo:

  • el neurólogo y su acertado diagnóstico,
  • la medicación
  • el Seguro Popular que me brindó atención gratuita
  • mi psicóloga a quien le estaré eternamente agradecida por escucharme con atención, guiarme y apoyarme,
  • mis amigas que ya son como familia,
  • mis niñas por su amor incondicional
  • mi voluntad y perseverancia para levantarme una y otra vez hasta poder volver a caminar sola.

A todos los que no se borraron en los peores momentos…

¡GRACIAS INFINITAS!

Actualmente estoy estable, no significa que la ansiedad haya desaparecido por completo, existe la posibilidad de que se manifieste pero ya nos amigamos, aprendimos a convivir.

Si llegaste hasta aquí, me gustaría que al terminar de leer este post, te lleves la certeza de que cualquiera sea tu situación actual, tienes muchas posibilidades de recuperarte. Si yo lo logré… ¡tú también puedes!





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