La desaparición gradual de la oscuridad en cielos nocturnos debido a la contaminación lumínica y los efectos de esta pérdida en la salud física y mental humana, la sociedad y los ecosistemas. Un tema apasionante que nos invita a tomar acción.
El fin de la oscuridad: El ocaso de la noche en una era de luz artificial (en inglés: The End of Night: Searching for Natural Darkness in an Age of Artificial Light) es un libro de no ficción de 2013 del escritor (y defensor del cielo oscuro) estadounidense Paul Bogard.
El libro está estructurado en nueve capítulos y utiliza como guía la escala de cielo oscuro de Bortle que mide el brillo del cielo nocturno, siendo el nivel 1 el de los cielos más oscuros existentes en la Tierra y el nivel 9 el del cielo visto desde el centro de una ciudad. Bogard afirmó que utilizó la escala, inventada en 2001, porque identificar diferentes profundidades de oscuridad permite reconocer lo que se está perdiendo.
«El fin de la oscuridad» también puede considerarse un libro de viajes ya que el autor recorre distintos puntos del planeta buscando ejemplificar los niveles de la escala de Bortle. En el libro encontrarás muchas citas literarias, datos científicos, historias personales y datos variados que enriquecen al tema principal y contribuyen al puro goce literario.
A continuación, el libro en sus propias palabras:
«Conocemos este momento como el «crepúsculo» y oficialmente hay tres escenarios que corresponden a la unión gradual de la oscuridad con la luz del sol destiñéndose: el civil, el náutico y el astronómico. En esta clasificación del siglo XX, el civil es el momento en que los automóviles deben encender sus luces, el náutico cuando es suficientemente oscuro como para poder ver las estrellas que se usan para propósitos de navegación y el astronómico cuando el cielo se oscurece lo necesario para que aparezcan las primeras estrellas. Extraoficialmente, a mí me gusta la definición del crepúsculo del biólogo Robin Wall Kimmerer: «ese largo momento azul».»
«El astrónomo John Bortle creó en 2001 una escala con la que clasificaba la oscuridad del cielo, yendo del más claro (9) al más oscuro (1). Bortle esperaba que dicha escala fuera útil y clarificadora para otros observadores del cielo, aunque sabía que también podía aturdir y horrorizar a algunos. A pesar de que las definiciones usadas por el astrónomo podrían parecer demasiado sutiles o inconsistentes, ofrece un lenguaje que ayuda a definir a lo que nos referimos cuando hablamos de los diferentes tonos de la oscuridad, de lo que hemos perdido, lo que aún tenemos y lo que aún podemos recuperar. La mayoría de nosotros estamos en contacto con el nivel más claro de la escala de Bortle —el centro de la ciudad (Tipo 9), la transición de una zona urbana a una suburbana (Tipo 7) o el cielo suburbano (Tipo 5)— y las consideramos normales, es lo que nosotros llamamos oscuridad. Pero justamente la escala nos muestra de lo que nos estamos perdiendo, pues sin duda la mayoría de los estadounidenses y los europeos, especialmente los más jóvenes, jamás hemos vivido y quizá ni podemos imaginarnos, una noche tan oscura como las del Tipo 3, un cielo rural en que se evidencian unas pocas luces que contaminan el horizonte; o un Tipo 2, un cielo verdaderamente oscuro; muchos se preguntan si una oscuridad del Tipo 1 en la escala de Bortle, en la que el cielo es tan oscuro que la Vía Láctea proyecta una sombra difusa en la tierra, aún existe en los Estados Unidos continentales. Mientras que los rumores llegan desde los desiertos del este de Oregon y el sur de Utah, la pradera de Nebraska y la frontera entre Texas y México, no hay cómo negar que la escala de Bortle describe un nivel de oscuridad que era común para la mayor parte de la historia de la humanidad, pero para el mundo occidental de hoy parece irreal.»
«La idea siempre ha sido la de acabar con la oscuridad de la noche. Desde inicios del siglo XVIII se hicieron propuestas para iluminar toda la ciudad de París al instalar luz artificial en lo más alto de una torre. Una de las propuestas más famosas fue la de Jules Bourdais, la Torre del Sol, para la Exposición de París de 1889. La torre estaría en el centro de la ciudad, cerca del Pont Neuf y bañaría toda la ciudad con luces de arco. Para mala suerte de Bourdais (y favorablemente para el mundo entero) su propuesta fue rechazada porque se prefirió la de un tal Gustave Eiffel. Para gusto de muchos —y disgusto de otros— ahora la misma Torre Eiffel tiene luces en lo más alto.»
«…la contaminación lumínica (…) es por ella que la mayoría de nosotros podemos contar las estrellas de una noche con solo dos manos en las ciudades y con cuatro manos en las áreas metropolitanas, en lugar de perder la cuenta rápidamente con las más de 2500 estrellas que podrían ser visibles en una noche abierta. Es la misma causa por la que en el mirador del Empire State solo vemos 1 por ciento de las estrellas que podían verse en 1700 en Manhattan.»
«La Asociación Internacional de Cielo Oscuro (International Dark-Sky Association, IDA) define la contaminación lumínica como «cualquier efecto adverso de la luz artificial, incluyendo el brillo, el deslumbramiento, la invasión y el desorden de luz, la baja visibilidad por la noche y el desperdicio de energía». El brillo del cielo que se presenta cualquier noche en cualquier ciudad de cualquier tamaño es ese brillo de color naranja rosáceo que alumbra las nubes, que atraviesa por nevadas de más de medio metro bañando todo de un color naranja artificial. Es ese domo de luz en el horizonte más allá de la señalización que te informa que aún necesitas atravesar 80 kilómetros más. El deslumbramiento es ese tipo de luz brillante que hace que te cubras los ojos con la mano. La invasión de luz es la que se cuela de una propiedad a otra: la lámpara de seguridad de tu vecino brillando a través de la ventana de tu recámara o la iluminación de ese nuevo edificio de ciencias que alumbra a las fraternidades de enfrente. Está en todos los vecindarios de Estados Unidos, la tierra de la libertad, hogar de los derechos de propiedad. ¿Y el desorden a qué se refiere? Es solo una forma de llamar a todas aquellas luces confundidas que brillan en todas direcciones en cualquier ciudad moderna.»
«…los habitantes de las ciudades viven en medio de un baño de luz eléctrica que impide que sus ojos cambien a una visión nocturna, es decir que nunca cambian el uso de las células cónicas por los bastones. Con la luz de gas sí lo hacían: los ojos del siglo XIX veían las noches iluminadas por luz de gas con visión nocturna.»
«Esta habilidad de salir en las noches y ver, que ahora tomamos por sentada, tuvo su origen en un decreto del rey francés Luis XIV, que en 1667 ordenó que se colgaran linternas en las calles de París.»
«…los estudios y estadísticas respaldan lo que dice Mizon y hacen eco de lo dicho por muchas otras personas: que el término «iluminación de seguridad» es sencillamente un oxímoron, pues asume que hay una relación entre seguridad e iluminación que no encuentra soporte en las investigaciones.»
«…la luz le dice al cuerpo que se despierte al mismo tiempo que establece nuestro reloj interno para que esté en espera de un periodo oscuro en el que podrá dormir. Cuando nos exponemos a la luz eléctrica durante la noche confundimos a este reloj interno, con el agotamiento como una de varias consecuencias. La interrupción al reloj biológico es todo lo que sientes si alguna vez has pasado la noche «en vivo» sin dormir o si has tenido jet lag por causa de viajar. La diferencia entre aquellos de nosotros que alguna vez luchamos contra ese sentimiento y aquellos que trabajan regularmente en el turno de
la noche es que ellos someten a su cuerpo a esta experiencia una y otra vez, sin darle oportunidad a su reloj interno de recuperar su ritmo natural.»
«¿Cómo sería este mundo si nos moviéramos en la dirección opuesta, alentando a las personas en cualquier lugar a tomarse un par de horas a mitad del día para disfrutar de la comida, de hacer el amor y de dormir?»
«La luz en la noche impacta la vida salvaje en cinco áreas primarias: orientación, depredación, competencia, reproducción y ritmos circadianos.»
«En los ecosistemas de todo el mundo es lo mismo: la oscuridad da protección, la Luna provee de luz y mientras los humanos estamos en casa mirando nuestras cajas, los animales nocturnos mantienen vivo este mundo.»
«Así, una comunidad de cielo oscuro actúa como un ejemplo para ayudar a que las personas entiendan que la oscuridad y la buena iluminación no son solo para parques naturales o comunidades alrededor de observatorios, sino algo a lo que cualquier comunidad puede aspirar.»
«Por mucho tiempo se ha visto a las luces brillantes como un símbolo del progreso —en lugar de verlas como contaminación lumínica—, pero esto puede cambiar. El preferir las estrellas no significa relegarse a la época de piedra durante las noches. La buena iluminación es efectiva, sutil y prefiere a las estrellas.»
El copyright del artículo «El fin de la oscuridad / Paul Bogard», publicado en http://www.patadeperroblogdeviajes.com pertenece a Paula Ithurbide. Es necesario el consentimiento expreso de su autora para la publicación o reproducción, parcial o total, a través de medios impresos, online o a través de cualquier otro medio o formato.