En el corazón de la Ciudad de México, la Alameda Central es un espacio que guarda innumerables historias. Frente a sus árboles y senderos, se encuentra el recordatorio de un oscuro capítulo de la historia: el quemadero de la Inquisición.
La Inquisición española y su llegada a México
La Inquisición Española llegó a la Nueva España (hoy México) en el siglo XVI con el propósito de mantener la ortodoxia católica. Establecida oficialmente en 1571, la Inquisición mexicana operó bajo la supervisión del Tribunal del Santo Oficio, encargado de perseguir y castigar la herejía, la blasfemia y otros delitos religiosos.
El quemadero de la Inquisición
La Alameda Central no siempre fue el hermoso parque que conocemos hoy en día. En la época del virreinato, en el lugar donde actualmente se encuentran el Palacio de Bellas Artes y la Alameda Central, existían otros edificios que fueron demolidos por el virrey marqués de Croix para ampliar el área.
La ampliación se realizó en 1770 y en esa zona se ubicaban las plazuelas de Santa Isabel (donde hoy está Bellas Artes) y San Diego (donde actualmente se encuentra el Laboratorio Arte-Alameda, que anteriormente fue la Pinacoteca Virreinal y formaba parte del exconvento de San Diego). En la plazuela de San Diego se ubicaba uno de los quemaderos de la Santa Inquisición. El virrey marqués de Croix decidió derribar esta plaza, ya que también había otro quemadero en San Lázaro, para expandir la cuadrada Alameda.
Los quemaderos de la Inquisición eran utilizados para los crímenes mayores (según el Santo oficio) como la herejía, la apostasía (abandonar la religión), el culto a otras creencias, brujería y solicitar de prostitutas. Quemar al responsable tenía un claro mensaje: el fuego era el mejor purificador del alma. El quemadero de San Lázaro, en cambio, pertenecía a la justicia civil.
La iglesia a pesar de llevar a cabo los juicios y las condenas, no podía ejecutar a los condenados. Por esta razón, éstos eran enviados al quemadero de San Lázaro donde las autoridades de la corona podían consumar el castigo.
En México, en el caso de los indígenas, éstos fueron considerados neófitos y no herejes porque nunca habían conocido la religión, regla que se estableció después de que el fraile Juan de Zumárraga condenara a la hoguera al texcocano Carlos Ometochtzin. Fue tal el escándalo, las quejas y el lamento que la Corona Española estableció que los indígenas son nuevos en la fe pudiendo testificar y acusar pero no pueden ser perseguidos por la Inquisición.
Los quemaderos fueron desmontados en 1771. El 10 de junio de 1820, después de casi tres siglos de existencia, se clausuró el Tribunal del Santo Oficio, también conocido como Tribunal de la Fe o Santa Inquisición.
La placa recordatoria
La placa recordatoria del quemadero de la Inquisición está situada en la entrada del Laboratorio Arte Alameda, un espacio cultural que se encuentra en el antiguo exconvento de San Diego. Esta placa sirve como un recordatorio de los eventos que ocurrieron en este lugar, ofreciendo una breve pero impactante lección de historia. Este lugar, que una vez fue testigo de dolor y sufrimiento, hoy es un espacio de arte y cultura, representando una transformación significativa.
Ubicación
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