Fue creado en 2006 por «Amigos del Ferrocarril en Otumba A.C.» y desde entonces se dedica la conservación y difusión del patrimonio ferroviario de la región del Valle de Teotihuacán a través de diversas actividades culturales, recreativas, académicas y educativas.
El museo está ubicado en los terrenos que pertenecieron a la antigua estación de Otumba. La estación fue edificada sobre la línea México-Veracruz del antiguo Ferrocarril Mexicano, por la Compañía Imperial Mexicana del Camino de Hierro.
El museo cuenta con 5 salas permanentes en las que se muestran fotografías y objetos relacionados con las actividades diarias en el ámbito del ferrocarril y la estación.
Las salas son:
-La estación de Otumba
-El ferrocarril mexicano
-La vida del jefe de estación
-Los trabajadores de la vía
-El pulque y su transportación en el tren
En la primera sala hay modelos a escala y maquetas.
Y una foto de la famosa máquina 501 de Jesús García Corona, un maquinista mexicano recordado por dar su vida para salvar al pueblo de Nacozari, Sonora, por lo que se le conoce como El Héroe de Nacozari.
En la segunda sala está la taquilla y un boleto de más de cien años que perteneció a la familia Carrasco, oriunda de Otumba y que fue donado al museo.
También en esta sala hay teléfonos de principios del siglo XX, una caja fuerte de más de cuatro toneladas que alguna vez estuvo en la estación San Lázaro en CDMX y para los que disfrutamos con el turismo cinematográfico tenemos en Otumba las locaciones de «Tonta, tonta pero no tanto» (1971), una de las primeras películas de una de las cómicas más reconocidas en México: ‘La India María’ .
En Otumba se filmaron escenas en la Parroquia de la Purísima Concepción, en la estación del ferrocarril de Otumba y en la plaza principal emulando la Feria Nacional del Burro. Filemon, el burro que acompaña a la India María vivió en Burrolandia. Te dejo la película por si quieres ver las escenas mencionadas: desde el comienzo hasta el minuto 6 y desde 1h:22min hasta el final.
En la tercera sala vemos como el dinero que se guardaba en la caja fuerte se iba almacenando en bolsas en las que se indicaba su denominación, como muestra la foto a continuación:
Y hay una gran colección de telegrafía, calculadoras y máquinas de escribir y artículos que pensé estarían perdidos en el tiempo pero aquí se conservan intactos. Para nosotros, verlos es recordar, pero para los niños que visitan el museo es una buena oportunidad de conocer cómo era la vida antes de los celulares y que comprendan que no todo era tan sencillo como ahora que con solo deslizar el dedo en una pantalla podemos acceder a muchas opciones de comunicación.
En la cuarta sala «La vida del jefe de estación», vemos una cama ya que él dormía allí porque no había un horario preciso de trabajo. Arturo Flores fue el último jefe de estación y quien tuvo la idea de que este lugar se convirtiera en museo del ferrocarril.
En esta sala pude vestir el sombrero de portero del Pullman que eran los vagones de lujo y la sorpresa y emoción llegaron cuando nuestro guía, el señor Julián, puso en funcionamiento un tocadiscos, objeto que jamás pensé volvería a ver y escuchar.
La siguiente sala tiene objetos de los «trabajadores de la vía», también por demás interesante.
Siguiendo el recorrido llegamos a unos modelos a escala de máquina y vagones y del sistema de primera rueda que pudimos manipular.
Y lo que sigue es salir del edificio del museo y trasladarse a paso lento y disfrutando de la tranquilidad, del silencio de la zona, de la compañía de los perros callejeros hasta la sala del pulque y luego el edificio de la bomba y el lugar de exposiciones temporales.
Me parece importante destacar que este museo, además de su acervo histórico, cuenta con un valor humano increíble. El señor Julián fue nuestro guía y nos recibió con una gran sonrisa, con los brazos abiertos, nos explicó con mucha pasión todo lo que vimos durante el recorrido, y la verdad la sensación que genera en los visitantes es muy bonita.
Fue inevitable comparar la experiencia con la visita por ejemplo, al Museo Barroco o al Museo Regional de Cholula, ambos en Puebla donde el trato es muy distante y en cada sala tienes a una persona del museo respirándote en la nuca vigilando si tomas video.
En Otumba uno siente como en casa, con el gusto de conocer y compartir, ya que ésta es la función de los museos: preservar y compartir. Y por lo que pude ver en las reseñas de Google Maps, la opinión es unánime: la gente del Museo del Ferrocarril de Otumba es la mejor! Gracias!!!!
Cómo llegar a Otumba
Desde Puebla por Arco Norte, una hora y media. Tomas la México-Puebla, pasas por la caseta de San Martín, te incorporas al Arco Norte hasta la salida a Otumba, si vas a Teotihuacan, salida por la carretera 132D.
Desde CDMX, son 60 km por la carretera 132D.
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